Es algo intrínseco al ser humano querer mejorar. Siempre estamos preocupados por mejorar. Queremos mejorar nuestras relaciones, nuestro aspecto, nuestras habilidades, nuestro trabajo, nuestros ingresos, nuestra vivienda, nuestra calidad de vida etc.… y todo porque creemos que mejorando un aspecto u otro de nuestra vida seremos felices.
Seguro que te suenan alguna de estas frases ”cuando tenga mi casa pagada por fin podré respirar tranquila” “Solo me falta tener más tiempo libre y todo sería perfecto” “Si me dieran ese trabajo me sentiré por fin realizada y reconocida ” “ Cuando consiga triunfar podré descansar” ¿Con cual o cuales de ellas te identificas?.
No querer mejorar o ni si quiera pensarlo nos hace sentirnos conformistas, pasivos y pasotas y eso nos hace sufrir pero lo paradójico es que al imponernos esos retos mentales vivimos en una lucha que nos provoca dolor día a día esperando conseguir esto a o aquello para “poder respirar”, “ser felices”, “ estar tranquilos” , “reconocidos o realizados”.
Vivimos el presente, idealizando un futuro y no nos permitimos en el hoy lo que ya tenemos.
Esta bien querer mejorar y tener una vida mejor el problema viene cuando ese deseo nos provoca ese dolor y sufrimiento. Hipotecamos nuestra felicidad y nuestra paz y el tipo de interés, el precio que estamos pagando es muy alto. Ese “interés” nos hace vivir tristes, enfadados, con rabia, y hasta enfermar.
¿Por qué lo hacemos?. Lo hacemos porque sentimos un enorme vacío que queremos llenar y lo queremos llenar con cosas o personas externas a nosotros mismos. Lo hacemos para evitar mirar hacia dentro porque ese sencillo gesto, duele así que nos ocupamos y preocupamos de lo que está fuera de nosotros.
Todo lo que necesitamos para estar en paz, tranquilos y felices lo tenemos ahora, en este instante, en este momento. La ansiedad, la preocupación, el miedo, la tristeza, la rabia solo aparecen cuando tu mente se proyecta al futuro y decide que necesita algo para tener esa paz. Es solo tu mente, no eres tú.
Empieza a desvincularte de tu mente, empieza a reconocer esos pensamientos y la emoción que te provocan. Empieza a observarte a ti mismo, a invertir en ti mismo, empieza a descubrirte, a conocerte, a valorarte, a quererte, a perdonarte, a sonreírte, a escucharte porque solo dentro de ti esta lo que necesitas para sentirte bien.
Empieza desde ahora a amortizar la hipoteca que te has impuesto, es el único modo de reducir el plazo de la deuda.
2622017
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